Esta enfermedad es poco frecuente y afecta sólo a una de cada 40 mil personas, provocando trastornos de tipo estructural en algunas células y en la pigmentación. Quien la padece puede presentar anomalías faciales, problemas de visión, sordera, dolor en las articulaciones y mechón de pelo blanco.
Para desgracia de Abushe, padecer este síndrome en un lugar en el que nadie tiene ojos claros, lo hace más vulnerable a que la gente se le quede mirando fijamente con desprecio y lo llame “ojos de plástico”. Sin embargo la belleza de los ojos al parecer también está en su corazón, pues su sonrisa y sus actitudes demuestran que más que diferente, es una persona muy especial.
Además de tener que aceptar la diferencia en su color de ojos, la enfermedad que padece y las burlas de los demás Abushe, quien vivía con su abuela Tukul en una choza de adobe, debe soportar algunas quemaduras en el cuerpo debido a un gran incendio que consumió por completo su vivienda.
A pesar de todo lo que ha tenido que pasar a su corta edad, y de la pobreza extrema en la que vive, agradece que tienen una chimenea que les sirve para calentarlse en las noches frías, cocinar y ahuyentar a los insectos. Pero lo que lo hace sentirse aún más agradecido es conservar su pelota, la cual cuida como su tesoro más preciado.
A pesar de todas las dificultades a las que ha tenido que enfrentarse, Abushe mantiene su sueño de ser futbolista y no se pierde los partidos del Barcelona, que son transmitidos en un bar cercano a su casa, para ver en acción a su ídolo Lionel Messi y disfrutar cada detalle de esos encuentros. El niño sabe que Messi es único, como él, y por eso lo admira tanto.
Debido a la pobreza en la que siempre ha vivido su familia, cuando Abushe nació sus padres tuvieron que quedarse con la duda de qué era el mal que habitaba en su hijo para que tuviera los ojos de un color tan diferente al de ellos, por no tener los medios para llevarlo con un médico que diagnosticara su enfermedad.
Su miedo fue tan grande que incluso llegaron a pensar que podía quedar ciego y tuvieron que ser pacientes y esperar a que creciera, para confirmar que veía bien. Por fortuna su historia ha sido compartida por diversos medios y eso ayudó a que pudieran llevarlo con un médico, quien les explicó que no se debe a ninguna maldición sino a una condición física, con la que sólo tenían que guardar ciertos cuidados.
A la fecha este niño fuera de serie vive en la ciudad, pues era realmente imposible para sus padres costearle los gastos de transporte para que pudiera estudiar. Aunque viva alejado de su familia y dependa de la caridad de sus vecinos para comer, sabe que el sacrificio vale la pena, que tendrá mejores oportunidades asistiendo a la escuela y recibiendo mejor educación.
Aún le quedan muchos retos, pero estamos seguros que su carácter alegre y sus ganas de salir adelante lo ayudarán a llegar muy lejos, a pesar de las críticas y las miradas de desprecio de su misma gente.
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